Con el paso el tiempo, Who Do We Think We Are ha
quedado un tanto olvidado y relegado por los oyentes de Deep Purple. En su oportunidad,
la crítica fue descarnada con el mismo, catalogándolo como un disco aburrido y experimental
que, si bien plantea un sin número de ideas musicales, estas no logran conectarse
de buena forma; convirtiéndose, además, en un intento desesperado de la banda
por sobrellevar una difícil situación dentro de la misma.
Luego del Machine Head, y de lo tedioso que fuera el
proceso de composición y concierto entorno al mismo, se fueron produciendo muchos
más roces y quiebres al interior de Deep Purple, sobretodo entre Blackmore y
Gillian. En este sentido, y con una falta de motivación aparente, procedieron a
escribir un nuevo trabajo, bajo la excusa de tratar de solucionar las tensiones
latentes en el proceso compositivo y de grabación del mismo. Por esto, tomaron
ideas antiguas poco trabajadas y otras nuevas, para mezclarlas y dar vida a las
canciones que componen Who Do We Think We Are.
Probablemente, Who Do We Think We Are no sea una obra
maestra de los ingleses, ya que representa un punto de transición entre los fabulosos
Machine Head y Burn, pero tiene una que otra canción rescatable. Además,
representaría el último trabajo de la primera formación clásica de la banda,
antes que las tensiones fueran tan insostenibles, que provocaran el alejamiento
de Ian Gillan y Roger Glover, siendo más una despedida que una renuncia.
El disco parte con la icónica Woman From Tokyo, la
cual posee una identidad bastante única y es el track más rescatable de este
trabajo. El tema, en cuestión, parte con un marcado ritmo en el hit-hat de batería,
el cual, a través de la incorporación de las líneas de bajo y guitarra, decanta
en un riff que conduce al tema en la mayoría de sus pasajes; apoyado por las líneas
del teclado. Gillan es quien más luce a través de sus líneas y recursos vocales,
generando una gran interpretación de la misma. Se debe destacar el cambio de rítmica
en el minuto 2:00, donde se produce la invasión de sonidos Space para otorgar
tranquilidad y mesura al tema. Por el final, se pueden escuchar líneas de clara
inspiración Blues otorgadas por el teclado. Un claro homenaje a la ciudad de Japón,
lugar famoso por su fanaticada acérrima a las bandas de Rock inglesas y
norteamericanas.
Por una línea mucho más tranquila se desenvuelve Mary
Long, en la cual podemos ver a un Blackmore mucho más distante, quedando
como el perfecto acompañante de la base rítmica. Nuevamente, la voz de Gillan
cobra relevancia, a través de los acordes y rítmicas del teclado de Lord. Sin
embargo, en el solo de guitarra es donde aparece un agresivo Blackmore para desenvolverse
en su clásico estilo neoclásico. Si bien, al final, se insinúan ciertos cambios
de ritmo con una tendencia claramente medio oriental u árabe, estas no logran
atrapar ni convencer al oyente.
Super Trooper es más interesante que sus antecesoras,
ya que se mueve bajo un concepto bastante Progresivo y Space, con diversos
cambios de ritmo y el uso excesivo de efectos. El tema deambula entre las voces
limpias y las voces distorsionadas que recuerdan bastante a los sonidos clásicos
de Pink Floyd o Cream. Esto
último, es lo que termina por ser perjudicial para el tema, ya que la voz de
Gillan pierde fuerza e intensidad con el uso exacerbado de efectos vocales. Sin
embargo, en las partes limpias es donde más brilla su voz, con esos cortes de rítmica
que son lo más interesante y rescatable de la canción.
La precuela de Speed King debió originar Smooth
Dancer, la cual se desenvuelve por una rítmica más rockera y agresiva a través
de la voz desgarrada de Gillan y el riff central de Blackmore. Conforme avanza
la canción, esta se torna bastante Rock and Roll a través de las líneas en el
teclado de Lord, quien funciona como maestro de ceremonia para este tipo de
canciones, siendo además quien más brilla a través de un solo frenético y acelerado
en el Hammond.
El riff inicial de Blackmore marca el comienzo a Rat Rat
Blue, siendo los otros instrumentos meros acompañantes del desplante e interpretación
de Ritchie. Luego de esto, Gillan participa con su voz, la cual entra con tan
poca fuerza, entrega y emoción, que no logra cautivar ni atrapar en lo
absoluto. Lo más destacable son las líneas y melodías en la guitarra de Blackmore,
las cuales marcan la línea y riff central del tema. Hacia el final, se incorporan
unas líneas de teclado desenfrenado, que poco aportan y contribuyen; generándose
un experimento demasiado malo.
Place in Line es un tema rockero con claros tintes Blues,
cercanos al estilo Chicago Blues, en donde podemos escuchar a Gillan que
muestra una voz extraña y experimental. La influencia blusera de Lord y
Blackmore son quienes conducen el tema, los cuales tratan de incorporar elementos
clásicos de la banda como una manera de diversificar la monotonía de este tipo
de canciones.
Con un ritmo mas cortante, que se asemeja a los sonidos clásicos
utilizados por John Lennon, se mueve Our Lady, la cual es un tema
discreto y calmo que tiene tintes al góspel a través de las voces corales que
elevan el nombre de la canción. Sin embargo, se desarrolla por ciertos cambios
de ritmo, principalmente en los teclados, que la vuelven poco entendible y
experimental.
Quizás, lo que en su oportunidad no atrapo a la crítica, y
hasta cierto punto sea verdad, es el uso exceso de ritmos que se van introduciendo
de manera forzada en las canciones durante su desarrollo, generando una “ensalada
de ideas” que, en muchas ocasiones, no llegan a buen puerto. Como mencione,
de lo poco que se puede rescatar del trabajo, hay ciertas canciones que hasta
el día de hoy son icónicas para los fanáticos de la banda. Claramente este no
es el peak creativo y compositivo de la banda, mostrando a una banda desganada
con claros motivos para no volver a trabajar juntos.
“My woman from Tokyo
She makes me see”
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