jueves, 31 de diciembre de 2020

Perpetual Burn (1988) - Jason Becker - Critica

 


La relación entre Shrapnel Records y Jason Becker no se limitaría solo a su etapa compositiva en la banda Cacophony, donde compartiría filas con uno de sus mejores amigos, Marty Friedman, ya que, al término de la misma, producto de la mala gestión, serian ambos guitarristas quienes tomarían caminos en solitario bajo la tutela de Mike Varney, fundador y productor del sello.

El camino solitario iniciado por Becker a través de Perpetual Burn, contaría con la ayuda y colaboración de muchos amigos suyos de Cacophony; teniendo en sus filas al baterista Atma Anur y al guitarrista Marty Friedman, quien además participaría como co-productor del disco.

Asimismo, el primer trabajo solitario de Marty Friedman, Dragon’s Kiss, también editado por Shrapnel Records, también contaría con la participación de Becker, quien actuaria como compositor y guitarra invitada en el mismo.

Con la entrada de unos sintetizadores ambientales, más unos leves toques en la guitarra eléctrica, inicia la mejor canción del disco, Altitudes. Luego de esto, y con los sintetizadores sonando de fondo, se proyecta una guitarra eléctrica solitaria, a través de unos fraseos sufridos y agónicos, que nos muestran a un Jason inspiradísimo y sentimental hasta dar paso a una sección limpia, en donde se aprecia el uso de dos guitarras que se complementan de manera perfecta. Una bajada rápida da inicio a uno de los fraseos sweep picking más bellos que se pueden haber inventado en el metal neoclásico. Después, decantamos en escalas y frases tocadas a través de la técnica shred para entrar a una sección un tanto más tranquila a través del uso de la técnica del staccato y tapping. Para concluir, tenemos una lluvia de virtuosismo a través de unos cambios de ritmo interesantes en la batería.

Evocando a su época más Cacophony, nos llega Perpetual Burn, a través de una bajada rápida en la guitarra de Becker, a la que se suma rápidamente una segunda voz octavada, clásico del sonido de la dupla Becker-Friedman. Lo que hace a esta canción tan interesante, son sus cambios de ritmo y melodías, los cuales surgen de manera espontánea y constante. Las cuotas de virtuosismo están aseguradas, sin embargo, sus cambios particulares la hacen ser una canción dinámica y atractiva de escuchar. La labor de Atma Amur en la batería, juega un rol fundamental en el desarrollo de la canción.

Algo más desordenada que su antecesora aparece Mabel's Fatal Fable, la cual comienza con unas melodías disonantes a través del uso de la distorsión y el tremolo, para entregarnos otra canción al estilo Becker-Friedman, sin embargo, en esta oportunidad, parece que el virtuosismo se encuentra mal organizado y realizado. Aunque debemos destacar, la sección heavy metal que comienza a surgir a partir del minuto 1:09, donde nos podemos deleitar con fraseos neoclásicos en toda su línea bajo el virtuosismo característico de Becker. Después de esta sección, nos volvemos a sumergir en una canción experimental y desordenada.

Otra de las grandes canciones del disco, es Air, la cual, al igual que Altitudes, comienza con el uso de sintetizadores ambientales, sin embargo, acá nos encontramos con una guitarra limpia que va fraseando sobre los acordes de los teclados. Un corte seco da comienzo a una sección acústica sumamente barroca y que nos hace viajar en el tiempo a través de los compositores del siglo XVIII. De a poco se la va incorporando una segunda guitarra, que si bien esta electrificada, suena sumamente cristalina y limpia. Es interesante escuchar a la guitarra solista y notar como quedan silencios en esta, los cuales son rellenados por lo que hace la segunda guitarra, apreciando los juegos de melodías que se van generando y sobreponiendo uno con otro.

Dicen que otra cosa es con la ayuda de los amigos, y para Temple of the Absurd, tenemos la primera colaboración de Marty Friedman. Con un comienzo bastante heavy metal a través de fraseos pesados, nos movemos por el virtuosismo característico de estos guitarristas, quienes a través de un ritmo galopante y thrash metal, nos van mostrando duelos entre una guitarra y otra; donde cada cual aporta su dosis de virtuosismo correspondiente. Mas que una canción, funciona como una suerte de presentación de desplante de ambos guitarristas, sin embargo, nos trae al recuerdo al Cacophony más pesado y endemoniado.

Mas dinámica que su antecesora, a través de un riff heavy metal muy al estilo Iron Maiden, se muestra la segunda colaboración de Friedman, Eleven Blue Egyptians, y tal y como su nombre lo indica, esta nos presenta sonoridades clásicas de la cultura egipcia y asiática mediante el uso de fraseos acelerados y bajadas de escala veloces. Al igual que Perpetual Burn, acá también encontramos cambios rítmicos y métricos interesantes y entretenidos.

Un guiño al flamenco y cultura popular nos llega de la mano de Dweller in the Cellar, canción con una marcada presencia de la batería en su comienzo y los leves fraseos de Becker. Lo anterior, se corta en seco a partir del minuto 1:08, ya que a través de un riff pesado vamos descendiendo por una cadencia deprimente, a la cual se le van incorporando paulatinamente solos y redobles de batería. Para el final, tenemos un ritmo acelerado y frenético que va bajando paulatinamente su velocidad hasta fundirse en el silencio. Un corte experimental a todas luces.

Nuevamente, con el uso de los sintetizadores y un fraseo solitario de Jason, el cual se va fundiendo en acordes duraderos, inicia Opus Pocus. En su comienzo, repite el fraseo inicial en dos oportunidades, hasta pasar a un cambio de ritmo agresivo marcado por la batería la que nos lleva a unos fraseos de Becker, los que se funden en una melodía, que se proyecta a través de un ritmo sincopado y progresivo en la batería de Amur; hasta finalizar en un solo Amur y un acorde que se pierde en el tiempo.

Habiendo escuchado gran cantidad de discos de guitarristas neoclásicos, puedo decir que Perpetual Burn debe ser uno de los mejores que he oído, principalmente, porque es un disco dinámico y entretenido, el cual tiene una serie de canciones memorables y licks o frases que cualquier guitarrista quisiera sacar. Sin embargo, debo reconocer que las canciones que tienen uso de los sintetizadores, son las que más quedan grabadas en el oyente, ya que nos traen melodías y ritmos interesantes, los cuales no se ven tan claros en las otras canciones, las que, si bien son de gran factura, nos traen mucho el recuerdo de canciones pasadas de Cacophony.

Este disco marcaría un precedente en la carrera de Jason Becker, quien se integraría por recomendacion a la banda de David Lee Roth para grabar el disco A Little Ain't Enough (1991). Sin embargo, para su segundo trabajo solista Perspective (1996) solo alcanzaría a tocar la mitad de las canciones del disco, producto del avanzado estado de la enfermedad esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

“Jason Becker: Not Dead Yet…”

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