viernes, 10 de abril de 2020

Who Do We Think We Are (1973) - Deep Purple - Critica



Con el paso el tiempo, Who Do We Think We Are ha quedado un tanto olvidado y relegado por los oyentes de Deep Purple. En su oportunidad, la crítica fue descarnada con el mismo, catalogándolo como un disco aburrido y experimental que, si bien plantea un sin número de ideas musicales, estas no logran conectarse de buena forma; convirtiéndose, además, en un intento desesperado de la banda por sobrellevar una difícil situación dentro de la misma.  

Luego del Machine Head, y de lo tedioso que fuera el proceso de composición y concierto entorno al mismo, se fueron produciendo muchos más roces y quiebres al interior de Deep Purple, sobretodo entre Blackmore y Gillian. En este sentido, y con una falta de motivación aparente, procedieron a escribir un nuevo trabajo, bajo la excusa de tratar de solucionar las tensiones latentes en el proceso compositivo y de grabación del mismo. Por esto, tomaron ideas antiguas poco trabajadas y otras nuevas, para mezclarlas y dar vida a las canciones que componen Who Do We Think We Are.

Probablemente, Who Do We Think We Are no sea una obra maestra de los ingleses, ya que representa un punto de transición entre los fabulosos Machine Head y Burn, pero tiene una que otra canción rescatable. Además, representaría el último trabajo de la primera formación clásica de la banda, antes que las tensiones fueran tan insostenibles, que provocaran el alejamiento de Ian Gillan y Roger Glover, siendo más una despedida que una renuncia.

El disco parte con la icónica Woman From Tokyo, la cual posee una identidad bastante única y es el track más rescatable de este trabajo. El tema, en cuestión, parte con un marcado ritmo en el hit-hat de batería, el cual, a través de la incorporación de las líneas de bajo y guitarra, decanta en un riff que conduce al tema en la mayoría de sus pasajes; apoyado por las líneas del teclado. Gillan es quien más luce a través de sus líneas y recursos vocales, generando una gran interpretación de la misma. Se debe destacar el cambio de rítmica en el minuto 2:00, donde se produce la invasión de sonidos Space para otorgar tranquilidad y mesura al tema. Por el final, se pueden escuchar líneas de clara inspiración Blues otorgadas por el teclado. Un claro homenaje a la ciudad de Japón, lugar famoso por su fanaticada acérrima a las bandas de Rock inglesas y norteamericanas.

Por una línea mucho más tranquila se desenvuelve Mary Long, en la cual podemos ver a un Blackmore mucho más distante, quedando como el perfecto acompañante de la base rítmica. Nuevamente, la voz de Gillan cobra relevancia, a través de los acordes y rítmicas del teclado de Lord. Sin embargo, en el solo de guitarra es donde aparece un agresivo Blackmore para desenvolverse en su clásico estilo neoclásico. Si bien, al final, se insinúan ciertos cambios de ritmo con una tendencia claramente medio oriental u árabe, estas no logran atrapar ni convencer al oyente.

Super Trooper es más interesante que sus antecesoras, ya que se mueve bajo un concepto bastante Progresivo y Space, con diversos cambios de ritmo y el uso excesivo de efectos. El tema deambula entre las voces limpias y las voces distorsionadas que recuerdan bastante a los sonidos clásicos de Pink Floyd o Cream.  Esto último, es lo que termina por ser perjudicial para el tema, ya que la voz de Gillan pierde fuerza e intensidad con el uso exacerbado de efectos vocales. Sin embargo, en las partes limpias es donde más brilla su voz, con esos cortes de rítmica que son lo más interesante y rescatable de la canción.

La precuela de Speed King debió originar Smooth Dancer, la cual se desenvuelve por una rítmica más rockera y agresiva a través de la voz desgarrada de Gillan y el riff central de Blackmore. Conforme avanza la canción, esta se torna bastante Rock and Roll a través de las líneas en el teclado de Lord, quien funciona como maestro de ceremonia para este tipo de canciones, siendo además quien más brilla a través de un solo frenético y acelerado en el Hammond.

El riff inicial de Blackmore marca el comienzo a Rat Rat Blue, siendo los otros instrumentos meros acompañantes del desplante e interpretación de Ritchie. Luego de esto, Gillan participa con su voz, la cual entra con tan poca fuerza, entrega y emoción, que no logra cautivar ni atrapar en lo absoluto. Lo más destacable son las líneas y melodías en la guitarra de Blackmore, las cuales marcan la línea y riff central del tema. Hacia el final, se incorporan unas líneas de teclado desenfrenado, que poco aportan y contribuyen; generándose un experimento demasiado malo.

Place in Line es un tema rockero con claros tintes Blues, cercanos al estilo Chicago Blues, en donde podemos escuchar a Gillan que muestra una voz extraña y experimental. La influencia blusera de Lord y Blackmore son quienes conducen el tema, los cuales tratan de incorporar elementos clásicos de la banda como una manera de diversificar la monotonía de este tipo de canciones.

Con un ritmo mas cortante, que se asemeja a los sonidos clásicos utilizados por John Lennon, se mueve Our Lady, la cual es un tema discreto y calmo que tiene tintes al góspel a través de las voces corales que elevan el nombre de la canción. Sin embargo, se desarrolla por ciertos cambios de ritmo, principalmente en los teclados, que la vuelven poco entendible y experimental.

Quizás, lo que en su oportunidad no atrapo a la crítica, y hasta cierto punto sea verdad, es el uso exceso de ritmos que se van introduciendo de manera forzada en las canciones durante su desarrollo, generando una “ensalada de ideas” que, en muchas ocasiones, no llegan a buen puerto. Como mencione, de lo poco que se puede rescatar del trabajo, hay ciertas canciones que hasta el día de hoy son icónicas para los fanáticos de la banda. Claramente este no es el peak creativo y compositivo de la banda, mostrando a una banda desganada con claros motivos para no volver a trabajar juntos.

“My woman from Tokyo
She makes me see”

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